Editorial Vistazo

Pierangela Sierra

Jorge Cavagnaro A. jcavagnaro@vistazo.com

ONU Mujeres calcula que las compañíaas donde tres o más mujeres ejercen funciones ejecutivas superiores registran un desempeño más alto. Pierangela Sierra, embajadora de etrade For Women para Latinoamérica y el Caribe (Naciones Unidas), coincide con esto y aborda la importancia de trabajar en reducir la brecha de género.

CIENTO TREINTA Y DOS AÑOS.

Ese es el tiempo que se necesitará para alcanzar la paridad de género en el mundo, que según el último informe del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), aún hay un 32 por ciento por reducir. Si bien Ecuador ocupa el puesto 41 de 146 países evaluados, y es el sexto mejor ubicado de Latinoamérica, aún hay paradigmas por disipar. “He visto buenas intenciones que a veces no se materializan en la vida real”, reconoce Pierangela Sierra, una empresaria que formó junto a su esposo una plataforma de comercio electrónico que hoy es una de las 500 mayores empresas del Ecuador. Desde mediados del año pasado, ella fue elegida por la Conferencia de las Naciones

Unidas sobre comercio y desarrollo como representante de Latinoamérica y el Caribe del etrade For Woman, un organismo que trabaja en el empoderamiento de las empresarias en países en vías de desarrollo.

¿Por qué es tan importante reducir la brecha de género que existe actualmente?

Más allá de los estudios que explican los diferentes motivos, hay un que vale la pena resaltar: cuando las mujeres tienen las mismas oportunidades que los hombres, y las aprovechan, el impacto que ellas generan versus los hombres es de cinco veces más. Por eso es crítico demarcar las necesidades de cerrar estas brechas de género, del acceso a la educación, a los espacios de trabajo, a la equidad salarial, a los beneficios y oportunidades de crecimiento… Si apostamos por una mujer, aceleraremos la bonanzas económica.

Todo eso se detuvo y empeoró en pandemia…

Sí, fue un periodo donde las mujeres retrocedieron en esa búsqueda que ya se había alcanzado. En situaciones críticas como ésta, siempre se tiende a apostar por los hombres, desde lo más básico como asignarles una computadora o darles un teléfono móvil. En las familias se asigna al hombre el rol de traer el pan al hogar y el de las mujeres mantener el día a día de la logística en casa. Y si esa mujer se mantenía en el trabajo, le tocó asumir mayor carga porque además de lo laboral le tocó atender el hogar. Aunque si debo valorar positivamente algo es que ahora hay más sensibilidad para tratar estos temas. De hecho ahora hay grupos de mujeres que lideran en compañías, que toman decisiones, y que busca espacios para trabajar sin remuneración en generar oportunidades para otras mujeres.

“Pese a tener nuevas generaciones (las empresas familiares), se les complica tener

a una mujer sentada en una mesa de Directorio

opinando profesionalmente. Me ha pasado (…)”.

Pero esto viene de la mano con la educación, y lamentablemente en gran parte del sistema educativo del país no se está preparando a los jóvenes para las actuales oportunidades laborales. ¿Qué hacer?

Efectivamente, es así, pero no solo en Ecuador sino en el mundo, con la pandemia. Ahora, la situación se agrava con las mujeres, definitivamente. Por eso hay que pensar en cómo alinear los pensum académicos a lo que hoy se necesita, y al mismo tiempo a través de las universidades crear oportunidades de becas, por ejemplo, para mujeres de zonas vulnerables. Y que eso se convierta en un círculo virtuoso, donde esas chicas más adelante apoyen con becas a otras mujeres y así se haga un trabajo sostenido.

¿Y desde el sector empresarial qué se puede hacer?

El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) señala que habrán millones de plazas de empleo que no se podrán ocupar en ramas asociadas a la tecnología porque no existirán personas preparadas para eso, pero al mismo tiempo millones de personas estarán desempleadas. La demanda en carreras tecnológicas marcará el camino, tanto que en Estados Unidos, por ejemplo, ya hay programas con becas para extranjeros que los invitan a estudiar y les aseguran tres años mínimo de em

“En situaciones críticas como la pandemia, siempre se tiende a apostar por los hombres (…) En las familias se le asigna el rol de traer el pan al hogar y a las mujeres mantener el día a día de la logística en casa”

pleo con papeles, y si luego hacen una maestría, les dan otros tres años más para que en ese tiempo solucionen su situación migratoria. El problema es que no vemos lo complejo de esto: muchos de esos jóvenes ecuatorianos se irán del país y nosotros perderemos gente con ese talento, que justamente son quienes nos pueden ayudar a desarrollar nuestra economía. Corremos el riesgo de quedarnos paupérrimos en desarrollo tecnológico. Por eso hay que crear programas cortos, y así darles acceso a mujeres para que en seis u ocho meses terminen esos programas y que desde las empresas les garanticen un empleo.

¿Cómo hacer que estos avances sean naturales y no se interpreten como impuestos? La mayor parte de empresas en Ecuador son familiares, y en esas estructuras hay un riesgo de que las nuevas generaciones sostengan el rol de las mujeres a espacios menos protagónicos.

Tradicionalmente la mujer se quedaba en la casa, y estas familias que crearon bonanza tuvieron la posibilidad económica para que las mujeres tengan ese rol. Entonces pese a tener nuevas generaciones, se les complica tener a una mujer sentada en una mesa de Directorio opinando profesionalmente. Me ha pasado, que te miran como bicho raro, luego te respetan… Notas que se les vuelve incómodo administrar esto. Lo ideal sería no forzar y que esto se vea como algo normal.

Si bien señala que se han dado avances, aún hay esa percepción de que la mujer solo sirve para profesiones donde se pone en manifiesta las habilidades blandas.

Sí, hay mucho sesgo. A veces inconscientes de la sociedad o propios de las mujeres, que dicen que no saben ciertas cosas y se las dejan a los hombres. A veces se cree que hay áreas hechas para hombres y no es así. En el hogar a veces una chica le dice a sus papás que quiere estudiar ingeniería en sistemas, una carrera donde el 99 por ciento son hombres; la respuesta inmediata de los padres es sugerirles que no vaya, que le puede pasar algo y que mejor estudie psicología, comunicación… Cuando nos quitemos estos sesgos, y las mujeres se sientan capaces y empáticas con este camino, esa brecha se reducirá.

Esos sesgos también se ven en la brecha salarial, se calcula que se les paga un 20 por ciento me

nos que a los hombres.

Sí he visto buenas intenciones, pero que no se materializan en la vida real, y hay una realidad en que los hombres son más aguerridos en defender sus objetivos de crecimiento profesional. Las mujeres trabajamos más por propósitos personales pero se nos hace difícil tener esas conversaciones o nos demoramos más en tenerlas.

“Hay que crear programas

cortos (de temas tecnológicos), y así darles acceso a mujeres para que en seis u ocho meses terminen esos programas y que desde las empresas les garanticen

un empleo”.

Sumario

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2023-03-09T08:00:00.0000000Z

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