Editorial Vistazo

Ramiro Montenegro

Por María Belén Arroyo @Mariabelenarro1

Ramiro Montenegro López es un experimentado neurólogo bolivarense que conoce la partida de nacimiento del equipo que se coronó campeón de la Ligapro 2022. No en vano dedicó tiempo y energía a la dirigencia deportiva, y a dejar un testimonio documental del Aucas. Afirma que el deporte debe ser una política de Estado, para recuperar la salud mental en tiempos pospandémicos y para romper círculos de violencia.

ALMA, CORAZÓN Y VIDA para el equipo de sus amores: Papá Aucas. Con mayúsculas, porque el médico neurólogo Ramiro Montenegro López (San Miguel de Bolívar, 1944) se entregó con pasión a dirigirlo. Luego, a documentar con la rigurosidad de un historiador la memoria de Sociedad Deportiva Aucas.

A mediados de noviembre, el equipo de fútbol se coronó campeón de la Liga

Pro 2022, en un hecho inédito. No hay improvisación ni suerte. “Es el resultado de una suma de factores. Primero el trabajo de muchas personas, que se inició en 1991, hace 30 años, y permitió transformar al club de un equipo de fútbol en una institución. Lo segundo es una muy acertada decisión de la directiva actual, que contrató el VAR, en algunos partidos se logró el triunfo gracias a la tecnología. Por cierto es enorme el trabajo de esta directiva, se lleva el mérito de haber logrado ese director técnico tan excelente”.

Montenegro recibe a Vistazo en la consulta privada al noroccidente de Quito. La entrevista se realiza después del extraordinario debut de la Selección Ecuatoriana en el Mundial de Catar 2022. El arquero que entonó el himno nacional del Ecuador, con visible emoción, es un argentino nacionalizado, que juega en el Aucas.

“Estar en el Mundial es como un bálsamo para el pueblo después de tanto sufrimiento”, dice. Lo afirma con autoridad. A su consulta acuden pacientes con cuadros POS-COVID-19. Ansiedad, depresión, insomnio, psicosis son algunos de los problemas.

“El deporte ayuda a mantener la salud mental, debería ser una política de Estado fomentar la práctica de cualquier actividad deportiva”, afirma.

Eso aliviaría además el fenómeno de la inseguridad y rompería el círculo de violencia. El fútbol, asegura, refuerza la autoestima de un pueblo.

En su escritorio destacan tres tomos de la “Historiadelaucas”, de su autoría. Abarcan la “Épocade Esplendorygloria(1945-1962)”, “Épocadepenumbraycrisis(19621990)” y “Épocaderecuperación Institucional(1991-2004)”. Representan 11 años de investigación bibliográfica, revisión en periódicos, revistas y libros. Trabajó inspirado en las palabras del arzobispo de Quito Federico González Suárez: “El alma de la historia es la verdad”.

¿Por qué dedicó tanto tiempo a este proyecto?

En 2003 se conmemoraban 50 años de fundación del fútbol profesional de Pichincha y de la Asociación de Fútbol No Amateur de Pichincha (AFNA) y para esa conmemoración los periodistas deportivos escribieron un libro “Una pasióndemediosiglo”. En esa obra no se tomó

“El Aucas nació poderoso. Los hinchas decían

que no tuvo infancia porque nació grande. A los seis meses ya logró su primer campeonato,

que repitió durante cinco años seguidos”.

en cuenta al Aucas, pese a que es el fundador del fútbol profesional de Pichincha. No pusieron una fotografía ni del tamaño de una estampilla. Tomé la decisión de escribir la historia apegado a investigación documental. Se publicaron tres tomos y cada uno corresponde a una época muy marcada.

¿Cómo nació Aucas?

Un ciudadano holandés, Federicus Hulswit, que era gerente de Relaciones Internacionales de la compañía petrolera Shell tuvo la idea, que se concretó en febrero de 1945. En su juventud había sido gran deportista, medallista olímpico de natación y arquero de un equipo de fútbol. Él le sugirió a Francisco López Campana, contador de Shell y futbolista del equipo Gladiador, la idea. Le propuso hacer el mejor equipo del Ecuador. Los mejores jugadores estaban en el Titán, en el Crac, el Gladiador… había nueve equipos en el fútbol de Pichincha. A los jugadores destacados de la época los enrolaron como trabajadores de la petrolera Shell, ganaban sueldo para entrenar todos los días. Entrenaban todos los días y el equipo se volvió imbatible. La selección de Pichincha estaba integrada, cuando menos, por los nueve jugadores del Aucas. ¿Entonces ya fue campeón antes? Era campeón nacional cuando se jugaban los campeonatos nacionales entre selecciones provinciales. El Aucas nació poderoso. Los hinchas decían que no tuvo infancia porque nació grande. A los seis meses y 12 días ya logró su primer campeonato, que repitió durante cinco años consecutivos, de esos cinco años los primeros tres fueron de forma invicta, tuvo un vicecampeonato en 1950 y en 1951 volvió a ser campeón. Cuando se funda el fútbol profesional es campeón de Pichincha en 1959 y en 1962, esto en los torneos oficiales y en los amistosos fue campeón en 20. Era un cuadro invencible, se convierte en ídolo.

¿ Cómo se volvió aficionado a este equipo?

Los niños siguen al equipo campeón. A mediados de los años 50 el más querido era el Aucas. Más aún en ese equipo había jugadores que eran imanes, entre ellos Gonzalo Pozo Ripalda, titular en el Aucas, en la selección de Pichincha y del Ecuador. Jugador fuera de serie; decidimos que el estadio llevara su nombre. Fue un depor

tista innato, recordman en 100 metros planos, campeón en salto con pértiga y vicecampeón de ping-pong. Era un caballero del fútbol, de los primeros que salió a jugar en el exterior. Mi hermano y yo íbamos al estadio a ver las proezas de Gonzalo Pozo en la cancha. Yo nací un año antes que el Aucas. En San Miguel de Bolívar, pero soy quiteño. Un día se me perdió la cédula, fui al Registro Civil a sacar una nueva. A los días reviso que he nacido en la parroquia González Suárez, no era la verdad, tenía que hacer un juicio civil de rectificación de datos, pero la culpa la tenían ellos.

¿Por qué se hizo médico?

Vine a estudiar a Quito, a los 10 años. A los 11 tuve una enfermedad muy grave del riñón (glomerulonefritis), mi condición era de suma gravedad hasta el punto que me desahuciaron. Alguien le recomendó a mi papá que me llevaran al hospital Baca Ortiz, que un médico había regresado de Francia haciendo el posgrado de Pediatría. Era el doctor Carlos Andrade Marín, me salvó la vida. Eso me estimuló para escoger la carrera de Medicina. El doctor Andrade Marín lastimosamente murió en un accidente aéreo en 1968, caso contrario hubiera sido presidente de la República, fue diputado y alcalde de Quito. Ocupaba un cargo muy alto en Ginebra en la Organización Mundial de la Salud, cuando tuvo el accidente.

Usted perteneció a la primera promoción que hizo la rural en el país. ¿Es así?

Los compañeros de la promoción de 1970 me eligieron su presidente. Somos los pioneros de la medicina rural en Ecuador y escribí un libro para documentar esa experiencia. Un colega dijo: ‘La Facultad de Medicina me dio el título de doctor, la medicina rural me dio el título de médico’. Las experiencias que vivimos fueron fascinantes, nos convertimos en agentes de desarrollo. Yo escogí un pueblo cuyo nombre no había oído, la parroquia Pedro J. Montero, resulta que nadie lo conocía así sino por Boliche, en el cantón Yaguachi. Debo haber hecho una buena gestión, me homenajearon 50 años después, en 2020.

¿ Cómo combinó su profesión con la dirigencia deportiva?

He intentado ser reflexivo. Me cuestionaba que no debía ser como todos los hinchas que muestran la inconformidad y no actúan. En 1981 empecé a ser directivo, era uno de los últimos suplentes, con los años ascendí, fui vicepresidente y presidente en 1994, cuando el club tenía una situación grave. Estaba en una condición de pobreza, sin cancha donde entrenar, sin instalaciones para atender a los jugadores, comían debajo de las gradas del estadio, fuimos haciendo la infraestructura. Un amigo decía que el estadio del Aucas se parece a la Basílica, se fue haciendo poquito a poquito, conforme llegaban los recursos. Fui directivo 12 años, 1994 a 2004 y de 2008 hasta la mitad de 2009.

¿ Como directivo detectó a jugadores con datos falsos?

El problema principal es la corrupción de entidades estatales, cualquiera se conseguía la cédula de identidad ecuatoriana. Sí, tuve que decir que no se acepten jugadores con problemas. En la Federación Ecuatoriana de Fútbol hubo una comisión de investigación que conoció algunos casos, esos archivos deben decir la verdad porque hubo personas encargadas de verificar lugares y fe

chas de nacimiento de los futbolistas.

¿Por qué es importante el fútbol para los ecuatorianos?

Se entronizó en la mente y en el corazón de los ecuatorianos desde principios del siglo XX, era la única y más barata forma de distraerse para la gente. Para jugar fútbol no se necesita nada, apenas una pelota, a veces con trapos o con medias, con la vejiga del toro, el ishpapuro. La cancha puede ser una calle, un patio de escuela, dos piedras para representar el arco. Cuando llegó el fútbol al Ecuador apareció primero en Guayaquil, donde lo cultivaban los “gran cacao”. En Quito los cultores fueron los estudiantes del tradicional colegio Mejía, que en 1909, inicialmente jugaban bajo el nombre de “las arriadas”. El 10 de agosto de 1912 fue el primer partido entre Sport Guayaquil y Sport Quito.

¿Qué representó la primera clasificación al Mundial, hace 21 años?

Fue una especie de alivio, porque habíamos sufrido varias frustraciones. Se negó a la Selección de Ecuador en 1965 el pase para el Mundial de Inglaterra de 1966. Ecuador hizo el gol con Tito Larrea, y fue sacado el gol desde un metro dentro del arco. Quedamos impotentes y desmoralizados, teníamos un equipo poderoso con jugadores quiteños excelentes, Tito Larrea, Polo Carrera…

¿Qué es lo singular de este Mundial Catar 2022?

La tecnología es grandiosa. La comunicación y la posibilidad de espectar el campeonato en tiempo real. La cantidad de gente que llegó al Mundial de muchos lados. La Selección reúne los mejores, no a los apadrinados. Se manejan profesionalmente. El fútbol es un regocijo, una pasión; en él se descargan las frustraciones y decepciones. Refuerza enormemente la autoestima del pueblo.

“En 1994 el club tenía una situación grave. Estaba en una condición de pobreza, sin cancha donde entrenar, los

jugadores comían debajo de las gradas del

estadio...”.

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