Editorial Vistazo

Proteger una inversión

De toda la oferta de seguros que se vende en el país, cuatro son más masivos, entre esos el que protege a las viviendas de distintos riesgos. ¿Por qué algunos usuarios no lo ven como prioridad?

Jorge Cavagnaro A.

Error de comunicación. Quienes participan en el sector asegurador reconocen esta falencia como el principal motivo por el que la inversión de un ecuatoriano en seguros al año es menor a 100 dólares. En Chile, por ejemplo, la cifra supera los 700 dólares anuales.

“Hay que ser más creativos”, asegura Patricio Salas, secretario ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (Fedeseg). Reconoce que es un camino que ya transitan pero en el que hay que trabajar más. “Comunicar cómo adquirirlos, cómo funcionan, qué riesgos protegen… Se debe informar y educar para que el consumidor conozca los mecanismos para acceder a los beneficios”.

De los distintos tipos de seguros, los de vida, asistencia médica, vehículos y vivienda son los masivos. La diferencia entre estos cuatros es la forma de contratación. A los dos primeros se accede de manera voluntaria, pero los otros dos, por lo general, viene por una obligatoriedad. Al acceder a un crédito, ya sea hipotecario (vivienda) o automotriz, la institución financiera exige un seguro como parte del contrato.

Al ser obligatorio, además que el cliente no decide con qué empresa adquiere el seguro, la experiencia se torna compleja en ciertos casos. “A veces no les explican bien todos los beneficios a los que se accede con un seguro”, señala Talia Rodríguez, directora comercial de Seguros Equinoccial.

Por eso, al terminar el tiempo obligatorio de contratación del seguro (pueden llegar hasta 20 años), hay bajo porcentaje de renovación, sobre todo en los seguros de vivienda. “Nos olvidamos de la exposición que tienen los hogares a situaciones que no podemos controlar”, indica Rodríguez.

El problema, dice, pasa por no explicar todos los beneficios. “Los seguros que cubren a las viviendas, que se denominan de Incendios, no solo protegen contra esos sucesos. También lo hacen cuando suceden terremotos, inundaciones, daños maliciosos, incluso contra robos”. De hecho cuando sucedió el terremoto en 2016 se pagaron más de 400 millones de dólares en coberturas por pérdidas.

Una situación que se repitió este año en Quito, con el aluvión que afectó una zona de la Capital. “En esos momentos la gente toma mayor interés pero pareciera que todo eso se diluye en el tiempo”, menciona Rodríguez.

Quizá, agrega, uno de los factores que también alejan es la percepción de que un seguro de vivienda es costoso cuando en realidad se los puede conseguir por pocos dólares mensuales. “Se prefiere asegurar un vehículo y no una casa, cuando ésta última es la mayor inversión que realiza una familia”.

Por eso no dejan de lado la importancia del tema cultural: los ecuatorianos no tienen una actitud preventiva. Patricio Salas rescata la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera como una piedra angular para mejorar la cobertura de la población. “Esta política de promover el acceso a servicios financieros mejora la vida de la gente e impulsa a contratar más coberturas”.

La prima neta (valor que se cobra por el seguro) en el ramo de Incendios y Líneas Aliadas, en el que se incluyen los seguros de vivienda, mejoró en 14 por ciento en el primer trimestre de este año versus 2021. Un comportamiento que Salas cree que existe como correlación de hechos que generaron incertidumbre en la gente. “El terremoto impulsó la evolución de este seguro”, agrega el secretario de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros.

Además de los incendios, los seguros para vivienda cubren desastres naturales, daños maliciosos e incluso robo de objetos declarados.

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2022-05-19T07:00:00.0000000Z

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