Editorial Vistazo

Más Ecuador en el mundo, menos mundo en el Ecuador

Por Grace Jaramillo *

En síntesis, el año de política exterior y comercial del gobierno de Guillermo Lasso se puede comprender con una metáfora simple: Los planes de política exterior de CREO habrían sido buenos, 20 años atrás. Se trata de un gobierno que insiste subir a un tren que ya no existe.

Lo democrático es analizar el desempeño internacional de un gobierno sobre la base de las metas que éste planteó durante la campaña electoral. Al final del día, una mayoría votó por ese plan de gobierno, y aunque generalmente los votantes no ponen atención a lo específico, el plan es votado en su totalidad. Para poner un ejemplo nada más, a un gobierno que ofreció defender la soberanía a rajatabla y no firmar ni un solo TLC, no se le puede pedir lo contrario. En el caso del gobierno del presidente Lasso, el único punto significativo en su agenda internacional era firmar tratados de libre comercio, además de la llamada diplomacia de las vacunas, que era una campaña necesaria y urgente en todo el hemisferio occidental, así como para el resto de países en vías de desarrollo.

Vamos por lo más fácil: las vacunas. La campaña liderada por el gobierno (y prefiero no personalizar el tema porque es evidente que tuvo que ser un trabajo de equipo) fue exitosa. Gracias a ello, el Ecuador ha podido voltear la página de la más grave pandemia en lo que va de este milenio. Pero es evidente también que el éxito de la diplomacia de las vacunas obnubiló a sus participantes, haciéndoles creer que los temas clave de la agenda internacional del Ecuador no

eran otra cosa que constantes manejos de crisis con buenas estrategias de marketing nacional e internacional. Y la crisis en Ucrania, solo ahondó la deriva. Excelente la ayuda a los migrantes, poco atinada la obsesión con promocionarlo.

En un mundo vaporoso como el diplomático, muchas veces se olvida la sustancia, lo de fondo. Ahí no hay respuestas. El gobierno que vendió el lema de más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador no cumplió lo segundo. El país sigue dando vueltas en círculo con su decisión abrupta -y claramente poco meditada- de olvidar no solo el concepto de soberanía, sino hasta el totalmente laxo de autonomía relativa en sus relaciones internacionales con la principal potencia mundial.

Botón de muestra: la decisión de aceptar, alentar e inclusive aplaudir la iniciativa del senador Bob Menendez para generar una alianza estratégica Estados Unidosecuador, con el claro objetivo de alinear a Ecuador en su estrategia anti-china -por decir lo menos- temeraria, solo una semana después de visitar China y anunciar un TLC con ese país. Es importante mencionar que ningún país de América Latina ha aceptado tal alineamiento y, aunque Colombia lo está considerando, es claro que está negociando muy bien los términos económicos de esa alineación. ¿Fue meditada esta decisión ecuatoriana? ¿Han hecho un análisis prospectivo de lo que puede costar esta estrategia en términos de canasta exportable, negociación de deuda, equipamiento tecnológico, etc.? Aún desde el punto de vista de un realismo maquiavélicamente pragmático en relaciones internacionales, esto merecía un poco más de reflexión que tan solo trinos celebratorios y promoción en redes sociales. Gobernar es también explicar y, al final del día, Ecuador merece saber cuáles son los beneficios que su gobierno consiguió a cambio de romper con 50 años de sentido común en política exterior, seguido además por todos los países latinoamericanos.

Pero la oferta de campaña sigue más acelerada que nunca. A un año de gobierno, el Ministerio de Producción y Comercio ha emprendido el vuelo para tratar de firmar tratados de libre comercio, sin siquiera presentarle al país a los equipos que están negociando, las metas de negociación en cada uno de los tratados, las líneas rojas o los peligros en cada negociación. Menos aún, las políticas que están adoptando o van a adoptar para que el país pueda acoplarse bien a la irrupción de importaciones que típicamente acompañan los dos primeros años de la vigencia de cualquier tratado. Hay poca coordinación con Cancillería. Eso se ve claramente en las acciones dispares, en la renuencia de Cancillería de topar temas de comercio o de discutirlos siquiera. Eso sin contar con el poco conocimiento que hay en el país de la oferta real de negociación de TLCS. Porque la verdad es que hay poco apetito en economías grandes -como EE.UU., Canadá, México- para negociar TLCS con países pequeños con poco poder adquisitivo. Ecuador apenas puede aspirar a TLCS con condiciones onerosas. Si no, veamos lo que ha pasado con México, aparentemente una fruta madura para cosechar un tratado (histórico país amigo), pero con un gobierno cuya promesa de campaña fue ponerles freno y con ellos también su participación efectiva en la Alianza del Pacífico, cuya fuerza expansiva se perdió el día que Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones.

En síntesis, el año de política exterior y comercial del gobierno de Guillermo Lasso se puede comprender con una metáfora simple: Los planes de política exterior de CREO habrían sido buenos, 20 años atrás. Se trata de un gobierno que insiste subir a un tren que ya no existe. Tal vez su mejor logro en el año que comienza sea que expliquen estas políticas públicas al país y cómo éstas van a dibujar el largo plazo.

La crisis reciente en Ucrania, solo ahondó la deriva. Excelente la ayuda a los migrantes, poco atinada la obsesión con su promoción.

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2022-05-19T07:00:00.0000000Z

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