Editorial Vistazo

Propósitos que se cumplen

En los últimos días de enero empieza a separarse el grupo de personas que decide tirar la toalla sobre sus resoluciones de año nuevo del que sigue tras sus metas. ¿Hay alguna fórmula ganadora para alcanzarlas?

Pilar Ortiz de Pérez

EL TERCER LUNES de enero se considera el día más deprimente del año. Todo empezó en 2005, cuando el psicólogo Cliff Arnall planteó que en ese día se combinan el aterrizaje forzoso a la realidad después de un mes de celebraciones con la constatación de que las metas formuladas el primer día del año probablemente no se cumplan.

La dieta, el gimnasio, y muchos otros objetivos se quedan escritos en una lista que generalmente no se vuelve a revisar. Aunque la selección de la fecha por parte de Arnall no es producto de un proceso de investigación con bases científicas, sí refleja parte de sentir colectivo alrededor de ese día, cuando en la mayoría de los casos seguimos sin bajar de peso, solo un día se visitó el gimnasio y empiezan a llegar los estados de cuenta registrando los gasto de Navidad y fin de año.

Intenciones más que metas

La psicóloga Stephanie Essenfeld, fundadora del programa Más Paz Mental, comparte su experiencia personal con respecto a este tema.

Señala que ya no hace resoluciones de año nuevo porque se dio cuenta de que ese método de ponerse metas con expectativas muy altas saboteaban su autoconfianza cuando no las cumplía.

Explica que ahora esas metas las ha transformado en intenciones, porque estas son más flexibles y porque significan elegir acciones pequeñas que sumen al propio bienestar y evolución día a día, volviendo esos pequeños hábitos parte de la rutina y autodisciplina.

Quienes escriben sus metas y diariamente se visualizan alcanzándolas tienen un 42 por ciento más de posibilidades de alcanzarlas.

Más probabilidades de éxito

Pero no todos están de acuerdo en dejar las metas de inicio de año a un lado. Michael Esguerra, fundador del portal MBE learning, sostiene que quienes escriben las metas que desean alcanzar tienen alrededor de un 20 por ciento más de posibilidades de hacerlas realidad que quienes solo las mantienen en su mente.

Agrega que quienes escriben sus metas y diariamente se visualizan alcanzándolas tienen un 42 por ciento más de posibilidades de alcanzarlas.

Finalmente señala que quienes escriben sus metas, diariamente se visualizan alcanzándolas y piden a una persona de confianza que los acompañe supervisando el cumplimiento de este proceso tienen un 67 por ciento de posibilidades de alcanzarlas frente a quienes solo tienen sus objetivos en la mente. Esguerra sostiene que al seleccionar una meta hay cinco elementos que tomar en consideración.

Deber ser específica, medible, alcanzable, relevante y debe tener una fecha definida de realización. Aconseja, además, imitar la actitud que tienen los niños pequeños cuando tienen un objetivo en mente. Si quieren alcanzar un objeto que los atrae, aunque se caigan se levantan y siguen intentándolo hasta que lo logran o consiguen que alguien se los entregue. No tiran la toalla.

Una guía para las metas

El sociólogo, educador e inversionista Sahil Bloom se dedicó a analizar cuáles son los obstáculos principales que enfrentan las personas al tratar de alcanzar objetivos propuestos y encontró algunos factores que plasma en su Guía para Definir Metas.

En primer lugar detectó que si se tienen demasiadas metas, hay una competencia interna para elegir a cuál darle la prioridad que resta energía. Otro punto en contra es elegir metas que están expresadas de manera débil o muy abstracta.

Un tercer factor que evita la consecución de objetivos, de acuerdo a Bloom, es la falta de un plan de acción claro para alcanzarlos y finalmente, no contar con un entorno favorable para hacerlos realidad.

Sugiere establecer las categorías o aspectos de la vida en que se pueden clasificar las metas: personal, laboral y salud, por ejemplo, y elegir solo una muy importante en cada categoría. Luego aconseja establecer procesos o acciones concretas que se puedan realizar para acercarse a la meta, y posteriormente viene la parte más importante: chequear diariamente si se están realizando esas acciones.

Obvio, atractivo y fácil

James Clear lanzó su libro Hábitos Atómicos en el 2018 pero ha sido 2021 el año que lo convirtió en uno de los más vendidos por Amazon.

La fortaleza principal que mencionan sus satisfechos lectores es que ofrece recomendaciones simples para adquirir buenos hábitos, que son los que, a la larga, permiten alcanzar grandes metas.

Clear propone cuatro puntos para adquirir un buen hábito: que realizarlo sea obvio, que sea atractivo, que sea fácil y que sea satisfactorio. En la narración pone como ejemplo el hábito de lavarse los dientes. Explica que décadas atrás, las empresas fabricantes de productos de higiene personal entendieron que para lograr que el uso de cepillo y pasta dental sea un hábito, debían encontrar la forma de hacerlo satisfactorio y por eso le agregaron a la pasta sabores que hacían la experiencia muy agradable. Es fácil deducir que a través del diseño y el empaque lograron que el hábito sea atractivo y emplearon la publicidad para mostrar que debía ser ubicado en la parte más visible del lavatorio, para hacerlo obvio y fácil.

La idea es que cada uno encuentre la forma de implementar estos cuatro elementos durante la realización del hábito que se quiera adoptar a largo plazo.

Mientras a la inversa, Clear recomienda cuatro puntos para dejar un hábito negativo: Hacerlo invisible (eliminar todas las señales relacionadas a la práctica de ese hábito), poco atractivo (destacar mentalmente las razones por las que hay que eliminarlo), difícil (complicar los pasos necesarios para realizarlo) y

poco satisfactorio.

“La meta debe ser HVSHF®ƿFD PHGLEOH DOFDQ]DEOH relevante y debe tener una fecha GHƿQLGD GH realización”.

Contents

es-ec

2022-01-14T08:00:00.0000000Z

2022-01-14T08:00:00.0000000Z

https://vistazo.pressreader.com/article/282415582647052

Vistazo