Editorial Vistazo

Pablo Santos

Su pasión por los deportes extremos lo llevó a convertirse en el primer ecuatoriano en practicar el salto BASE.

Por Sébastien Mélières

De niño soñaba con Superman y ser astronauta sin saber que algún día iba a desafiar los elementos. En el colegio era un niño activo, curioso y algo soñador. Le gustaban los deportes como el Hockey y el Volley y brillaba siendo arquero de la selección de fútbol. Sin que sea una costumbre familiar siempre le atrajeron las motos de cross y desde pequeño las manejaba sin que nadie le haya enseñado. A los 23 años, Pablo Santos empezó a correr en motocross y a los 28 se compró su primera moto de

pista coronándose campeón nacional.

Fue el principio de una carrera donde casi no hubo derrotas. En motociclismo de velocidad (superbikes), en la categoría de 600 cm³, fue campeón nacional en el 2012, 2013 y el 2015. Si no hubiera sido por el cierre de las competencias en Yahuarcocha en el 2015 seguramente hubiera liderado los podios muchos años más. En búsqueda de adrenalina el quiteño decidió incursionar en el salto base (caída libre desde edificios, antenas, viaductos y terrenos altos), uno de los deportes más extremos. Para practicarlo tenía que primero ser paracaidista profesional y lo logró al completar los 350 saltos en paracaídas reglamentarios. Luego viajó a EE.UU. y practicó el salto base en una academia especializada. Hoy ya lleva 600 saltos desde aviones y 350 saltos bases.

Saltar para vivir

Si bien trabaja en el sector petrolero y bienes raíces, este ingeniero comercial de 37 años siempre sintió que la adrenalina era necesaria para su bienestar. Desde joven se vinculó a los deportes extremos y encontró en el salto base su pasión. “Solo llevas un paracaídas. Se salta de puentes, montañas, edificios o antenas. Para ser saltador base avalado por la Federación Internacional tienes que completar los cuatro saltos (Base es la abreviación en inglés de Building, Antenna, Span y Earth). Soy pionero de esta disciplina en el Ecuador”.

Cuando te lanzas, “no hay punto de retorno. Si las condiciones no son las mejores no puedes parar. Es un deporte que requiere de mucha destreza y técnica”, explica Pablo, quien tuvo que hacer excursionismo, andinismo y estar en buena condición física cardiovascular, resistencia en piernas y brazos para cumplir con los saltos base. “Paralelamente sigo con el paracaidismo. Fui invitado a Egipto como uno de los mejores paracaidistas del mundo. Éramos 195 y representé al país en cuatro saltos impecables sobre las pirámides de Guiza. Sentí que estábamos volando 17 millones de ecuatorianos”, dice este hombre que recuerda sus mejores saltos base en 2019.

Para él, se trata de un estilo de vida, ya no puede proyectarse en la vida sin imaginar volar para conectarse con la naturaleza. En Quito se trazó el desafío de saltar del puente Chiche (130 metros) en la Ruta Viva. Ya lo hizo y lo volverá a hacer una y otra vez. Muchos hombres sueñan con volar, él tiene alas…

“El “cóndor ecuatoriano” posee más de 600 saltos de avión y más de 350 saltos base, que es la rama más extrema del paracaidismo tradicional”.

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2022-01-14T08:00:00.0000000Z

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