Editorial Vistazo

PATATE

TIERRA MÁGICA DE MANDARINAS Y TERREMOTO

Miguel Alvarado Almeida • malvarado@vistazo.com

Se convirtió en el segundo destino turístico preferido de los tungurahuenses. Patate cautiva D VXV YLVLWDQWHV SRU VX ǀRUD \ IDXQD GRQGH OR cultural se mezcla con lo asombroso.

Patate tiene muchos nombres y etiquetas. La más conocida es la de “El valle de la eterna primavera”, por sus condiciones climáticas. Con una altitud que bordea los 2.000 metros sobre el nivel del mar, el balance entre frío y calor se aprecia diariamente. Y esto se debe también a su posición geográfica. Desde el parque central se puede observar cómo las montañas rodean y cubren al pueblo. No en vano también describen al cantón como “la olla de Patate”.

La etiqueta más reciente con el que se identifica al cantón es la de “primer pueblo mágico del Ecuador”. Una designación que fue otorgada por el Ministerio de Turismo para resaltar su tradición, cultura y patrimonio. Según voceros de la Cámara de Turismo de Patate, el flujo de visitantes al cantón aumentó en 55 por ciento desde la declaratoria, en septiembre de 2019.

Residentes, comerciantes y guías turísticos reconocen que antes no llegaban a ser ni un pueblo de paso. Pero con el tiempo trabajaron en diversas áreas para destacarse. Entre esas la agricultura, que la volvieron turística e impulsaron el agroturismo. También la gastronomía, con sus platos estrellas: las arepas de zapallo, la chicha de uva y las espumillas. No obstante, la esencia de Patate son las fiestas que celebran para celebrar a su santo e impulsan el turismo religioso.

La leyenda

Si bien el nombre completo del cantón es San Cristóbal de Patate, su santo más adorado es “El Señor del Terremoto”. La historia de este pueblo va ligada a una leyenda que inició en 1797, cuando un terremoto destruyó el asentamiento del viejo Patate y desplazó a sus habitantes cinco kilómetros al norte para refundar su comunidad.

Cuentan que un pastor prefirió quedarse con sus ovejas en lo que quedaba de sus parcelas. Al clavar una estaca en la tierra escuchó el sonido de unas campanas que venían desde abajo. Mientras más clavaba, más fuerte se escuchaba. Entonces llamó a uno de los padres franciscanos para que lo ayude a descifrar el sonido. Cavaron y encontraron la campana, más abajo hallaron una imagen del Señor de la Pasión.

Dice la leyenda que al desenterrarla, una roca golpeó la mejilla de la figura y le dejó un verde morado impregnado. Los patateños quedaron asombrados de que la escultura se mantenga en tan buen estado después de todo el movimiento y los escombros que resistió. Fue así que la bautizaron como “El Señor del Terremoto”.

Para entonces, Patate se encontraba dentro del cantón Pelileo. Quienes vivían en ese sitio, al enterarse del milagro, fueron a ver la imagen de el Señor del Terremoto para llevarla a su pueblo. Cuando los pelileños agarraban la escultura, esta se hacía muy pesada; pero cuando la tomaban los patateños se hacía liviana. Para ellos significó una señal de que el Señor del Terremoto quería quedarse en Patate. Y cumplieron su cometido.

Desde entonces, cada semana del 4 de febrero, los patateños celebran las fiestas del Señor del Terremoto. Estas manejan la misma magnitud que las fiestas de la Virgen del Quinche o del Cisne. En Patate habitan aproximadamente unas 17.000 personas, pero para las festividades reciben a más de 60.000 turistas de todas partes del país. Los festejos son tan importantes que existe un Comité de Fiestas, elegido por votación en la Basílica de Patate, para que se encarguen de organizar las celebraciones.

El turismo de Patate está enfocado en las familias y personas mayores a 40 años interesadas en disfrutar de la naturaleza y conocer los procesos de siembra.

Todas las casas contribuyen con una “torta” de fuegos artificiales. En la avenida Ambato, la principal del cantón, se aprecia un desfile de flores, frutas, carros alegóricos, danzas y el más importante: la procesión del Señor del Terremoto. El padre Santiago Simbaña, vicario cooperador de Patate, cuenta que los devotos se pelean por cargar la escultura en sus hombros. El resto de creyentes llevan ofrendas como aureolas o túnicas. Están guardadas en los pasillos de la Basílica. “Cada color significa algo: blanco de paz, morado de cuaresma, rojo de mártires, etc”, cuenta el padre.

El turismo religioso es el principal imán para los visitantes. Sin embargo, la pandemia fue un golpe para el cantón porque tuvo que cancelar las celebraciones en el último año. Aun así Patate viene trabajando hace quince años en el enfoque de otro tipo de turismo, uno que resultó ideal para los tiempos de pandemia, distanciamiento y contacto al aire libre con la naturaleza.

Agroturismo

La agricultura es la principal fuente de ingreso del cantón. De hecho, sus pobladores cuentan que lo que hoy es Patate antes eran cuatro grandes haciendas. De ahí viene su pasado histórico que los hace destacarse en la siembra. Con el paso de los años, “los agricultores empezaron a desarrollar

Patate es conocido por cultivar mandarina todo el año. De esta fruta se extrae su esencia para hacer helados, espumillas y hasta licores.

su negocio, se convirtieron en guías turísticos. Ya no solo tienen su parcela de duraznos, sino que invitan a los turistas a que conozcan el proceso, cosechen con sus manos la fruta y disfruten de una experiencia. Ahí nació el impulso del agroturismo”, explica Manuel Alulema, presidente de la Cámara de Turismo de Patate.

Según la prefectura de Tungurahua, Patate se ha convertido en el segundo destino turístico de la provincia, después de Baños. Esto se debe principalmente a los viveros que inundan la zona. Patate recibe más familias o personas mayores a 40 años, que buscan tranquilidad y apreciar las bondades de la naturaleza.

Para esto, además de la cabecera cantonal, cuentan con tres parroquias rurales. La primera es El Sucre, donde hay vestigios arqueológicos en el museo Patati-urcu. Ahí reposan vasijas, ponchos y figuras de la cultura Inca, Puruhá y Panzaleo. Su valor histórico es tal que se encuentran prohibidas las excavaciones. Otros atractivos son las cascadas Mundug y Mesa Tablón. Para acceder a ambas se toman diferentes senderos que cruzan las montañas, donde se observan aves y árboles por una hora hasta llegar a su destino.

La segunda parroquia es Los Andes, donde se concentran las plantaciones de frutas y los viveros. Es una zona muy colorida gracias a las flores, como rosas, orquídeas y feijoa. Tam

bién por las frutas como aguacate, limas, duraznos, manzanas y mandarinas, la fruta más característica de todo el cantón Patate. Esta parroquia ofrece la experiencia de formar parte del proceso, así como de comprar tierra de sembrado, plantas y demás.

La última parroquia es la más alejada, a una hora y media de recorrido, y se llama El Triunfo. Su nombre nace por la batalla de los agricultores que trabajaban en una de las haciendas de Patate. Ellos se cansaron de la esclavitud y abuso de su patrono, por lo que pelearon por su libertad. La victoria significó el nombre a la parroquia. Aquí yacen las lagunas de San Borja, que tienen una privilegiada vista a los volcanes Tungurahua, Cotopaxi, Chimborazo y Carihuayrazo. Esta zona montañosa forma parte del Parque Nacional Llanganantes.

Negocios

Con el tiempo, los terratenientes mantuvieron sus haciendas, pero cambiaron su modelo de negocio. Dejaron de ser únicamente sus casas de descanso y pasaron a convertirse en hoteles-haciendas y restaurantes. Algunas, como la Hacienda Manteles, tuvieron premios internacionales. Otras, como El Mirador, se convirtieron en chalets independientes que reciben la visita de turistas extranjeros cada semana.

Finalmente, de regreso al mismo pueblo, la gastronomía cautiva el paladar de los viajeros. En Patate nunca sufrirá de hambre ni de calor. Frente al parque central se encuentran seis locales comerciales que ofrecen lo icónico de Patate: las arepas y las espumillas. Las arepas son reconocidas porque se las prepara a base de zapallo, luego se las envuelve en una hoja hachera, propia de la zona, y se las hornea. Cada cocinera le da su sazón, que varían con queso, panela o pasas. Mientras que las espumillas destacan por sus sabores de mandarina, mora, mango o chirimoya; así como también de galletas.

Para paladares más exigentes hay un lugar de carnes llamado El Carbonero. Su carta cumple con cualquier antojo de un visitante que busca recomponerse para seguir con los recorridos. Para la noche resulta ideal cerrar la jornada con una pizzería que ofrece una variedad de platos italianos, con sabores adaptados a la zona. Es así como la mágica Patate sobrepasa con lo que el turista aspira visitar: desde lo religioso hasta lo natural, de lo ecológico a lo patrimonial, de los sabores y las frutas. Todo dentro de un pueblo que está cubierto por las montañas de los Andes.

Las tres parroquias rurales de Patate ofrecen diferentes actividades: El Sucre con los museos y cascadas, Los Andes con viveros y plantaciones; y El Triunfo con las lagunas y montañas.

Paraísos Escondidos

es-ec

2022-01-14T08:00:00.0000000Z

2022-01-14T08:00:00.0000000Z

https://vistazo.pressreader.com/article/282157884609292

Vistazo