Editorial Vistazo

Secuelas en procesos mentales POS-COVID

El seguimiento a un grupo de pacientes ecuatorianos que presentaron deterioro mental post COVID muestra la recuperación de sus habilidades cognitivas.

Pilar Ortiz de Pérez

Más allá del riesgo vital que provoca la infección con el virus SARS-COV-2, un tema de alarma mundial ha sido las secuelas de la infección, especialmente las relacionadas con una disminución en la capacidad de realizar procesos mentales simples, desde fallas en la memoria corta, pasando por afectación en el lenguaje, hasta la imposibilidad de coordinar movimientos.

“Las secuelas cognitivas post COVID puede que no sean permanentes: un estudio prospectivo” es el nombre de una investigación auspiciada por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, UEES, a través de su Proyecto Atahualpa. En este estudio se reporta que al monitorear un grupo de pacientes afectados con cuadros leves de COVID-19 que presentaron dificultades en sus procesos cognitivos cotidianos después de contraer la enfermedad, han recuperado estas habilidades al ser examinados un año después de mostrar estas secuelas de la infección.

La investigación ha sido publicada en el European Journal of Neurology y tiene la gran fortaleza, frente a otros estudios realizados sobre el tema en diversas partes del mundo, que incluye un registro del estado neurológico de cada paciente desde años antes de contraer COVID, lo que ofrece una perspectiva integral invaluable.

Aunque la muestra de participantes en el estudio es pequeña, (93 personas al inicio), lo exhaustivo del análisis de las funciones cognitivas de cada participante, en las etapas previas y posteriores a contraer la infección, es un enorme aporte para entender cómo puede afectar al cerebro la enfermedad y cuánto puede durar esta afectación.

Este registro es posible porque el Programa Atahualpa ha venido documentando el estado cognitivo de un grupo de habitantes de Atahualpa, en la provincia de Santa Elena, a través de pruebas de habilidades mentales, pruebas de laboratorio y de imágenes, como resonancias magnéticas.

Para el estudio se consideraron únicamente las personas con COVID leve, que no requirieron hospitalización. Esta selección se hizo para evitar el sesgo en la investigación que podrían producir los efectos de la internación o el ingreso en terapia intensiva en el estado cognitivo de los pacientes.

La edad de los participantes tanto del grupo de control como el de COVID positivos era superior a los 40 años y con un promedio de 60. Otra consideración fue que estos pacientes positivos muestren una resonancia magnética normal después de la pandemia.

Los participantes se sometieron al test MOCA, por las siglas de Montreal Cognitive Assessment o Test de Eva

luación Cognitiva Montreal.

Esta prueba valora la capacidad mental en aspectos como orientación, memoria a corto plazo, recuerdos tardíos, habilidad viso espacial (a través de dibujos), habilidades de lenguaje, razonamiento, abstracción, entre otras. Los cuatro Test MOCA que evaluaron a todos los participantes fueron realizados por la misma persona, que es otro punto a favor de la validez de los resultados.

El primer test fue realizado entre cuatro y cinco años antes de la pandemia; el segundo, entre dos y tres años antes de la pandemia, con una diferencia promedio de dos años entre el primero y el segundo.

El tercero se realizó en septiembre de 2020, seis meses después que la pandemia azotó a los habitantes de Atahualpa, llegando a una positividad de COVID en el 50 por ciento de la población. Es en esta prueba donde se registra el deterioro cognitivo significativo en las personas con COVID. El 21 por ciento de las personas positivas para COVID y solo el 2 por ciento de los negativos mostraron deterioro cognitivo.

La afectación era tal que algunas personas no podían ir a la tienda porque no recordaban qué debían comprar ni cómo contar el dinero para la transacción o cómo recibir el vuelto, relatan los autores del estudio.

“A partir de febrero y marzo de este año nos dimos cuenta de que los pacientes del estudio que habían tenido COVID empezaban a mencionar que se sentían más lúcidos y sus familiares también lo manifestaban. Esta información nos motivó a realizar una cuarta evaluación, un año después de la tercera y 18 meses después de la infección”, señala el médico neurólogo Oscar Del Brutto, director del Proyecto Atahualpa y líder del estudio.

Los resultados mostraron que había una recuperación en las funciones mentales de las personas que tuvieron COVID que volvieron a igualarse con los no COVID en las evaluaciones.

Básicamente hay dos teorías que intentan explicar el daño cognitivo post COVID. La primera es que la respuesta inflamatoria afecta el cerebro. Los resultados del estudio Atahualpa coinciden con esta teoría al mostrar que cuando disminuyó la respuesta inflamatoria, el sistema nervioso mejoró y se recuperaron las habilidades.

La segunda teoría es que el mismo virus SARS-COV-2 entra en el cerebro y daña las neuronas. “En este caso se esperaría que la afectación cognitiva sea permanente a no ser que se activen mecanismos de plasticidad cerebral que hagan que la persona mejore”.

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2022-01-14T08:00:00.0000000Z

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