El divorcio multimillonario

Un juez determinó que por el hostigamiento del emir de Dubai a su esposa Haya, ella necesitaba más de 600 millones de dólares para su protección. El divorcio más caro en la historia del Reino Unido.

FUE UN MATRIMONIO de las mil y una noches: el emir de Dubai, el Sheikh Mohammed, y la princesa Haya. Era el cuarto matrimonio para él, y para ella el primero. Se sellaba la unión de dos reinos, Dubai y Jordania, pues ella era hija del fallecido rey Hussein y hermana del rey Abdalá, y él uno es uno de los hombres más ricos del mundo. Pero detrás de los palacios, los aviones privados, los yates, las carreras de caballos, los vestidos exclusivos y las joyas había una sórdida realidad: ella era una prisionera en jaula de oro. Tal como lo habían sido las anteriores esposas y las hijas del emir.

El drama comenzó a hacerse público cuando Haya descubrió el secuestro de dos princesas hijas de otras esposas. La princesa Shamsa desapareció de la vida pública y no se sabe si está viva o muerta desde 2007, cuando fue raptada en Londres, y recientemente la princesa Latifa que intentó escapar cuando iba a la India en un yate y fue secuestrada por un comando en las costas de ese país. Estaba acompañada por una canadiense, su profesora de defensa personal. Cuando fue liberada por el emir, la canadiense inició una campaña para que se libere a Latifa, sin lograr su objetivo. Dice el refrán que cuando veas a tu vecino las barbas cortar, pon las tuyas a remojar. Temerosa por su suerte y la de sus dos hijos, un niño y una niña, Haya huyó a Londres dónde tenía una casa que le dejó su padre y con el apoyo de su hermano inició los trámites de divorcio. Del divorcio se filtraron algunos detalles, como que el emir sospechaba que su esposa tenía un affaire con un guardaespaldas, pero además se hicieron públicas otras dos acciones del poderoso personaje para volver a intimidar a su esposa. Primero negoció una mansión muy cercana a la casa de ella. El juez de la causa puso un impedimento y no la pudo comprar. No obstante, la que más pesó en su contra fue que había intervenido los teléfonos de Haya usando un programa espía denominado Pegasus.

El nombre del emir fue uno de los primeros que apareció en una investigación del diario The Guardian sobre el programa espía que una compañía israelita había vendido a varios gobiernos para intervenir teléfonos de supuestos terroristas o narcos, pero que se usó en contra de políticos opositores, periodistas y esposas desencantadas de figuras poderosas.

A la hora de la sentencia de divorcio, el juez tuvo suficientes evidencias para fallar a favor de Haya. Le asignó 500 millones de libras esterlinas, es decir 675 millones de dólares, y que se transformó en el monto más caro concedido en un divorcio en la historia del Reino Unido. Pero además debe entregar la mitad a la firma del acuerdo, 338 millones, para que Haya pueda cubrir la costosa seguridad que necesita para protegerse de su marido. Los restantes pueden ser pagados en cuotas anuales y garantizan que sus hijos continúen viviendo la vida de lujo a las que están acostumbrados. Algunos de estos lujos son viajes en avión privado a Jordania, equitación, escuelas exclusivas, tutores, etc. Para ella exigió que se le devuelva sus joyas que quedaron en el palacio valoradas en 14 millones de dólares y 1,2 millones de dólares de su vestuario. El juez concedió que el emir le pague lo que pedía.

El resultado del divorcio fue catastrófico para el emir, pese a sus argucias y su buena amistad con la reina Elizabeth, con quien le une el interés por los caballos de raza. En un país donde la ley funciona, no hay privilegios por más encumbrada que sea una persona. Lástima que las otras princesas del emir no tuvieron la misma suerte.

Temerosa por su suerte y la de sus dos hijos, un niño y una niña, Haya huyó a Londres, donde tenía una casa que le dejó su padre y con el apoyo de su hermano inició los trámites de divorcio.

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