Editorial Vistazo

EL TEXTO Y LA VIDA

Por Ileana Matamoros

En 1987 Fernando Artieda (+) entrevistó en Vistazo a Jorge Velasco Mackenzie. Acababa de ganar el concurso literario “El cuento de las mil palabras”, una propuesta de esta revista en conmemoración de sus primeros 30 años de existencia. El escritor tenía entonces 38, y cuatro años atrás había publicado su primera novela “El rincón de los justos”. Dedicado como estaba a la escritura de largo formato confesó a Artieda que “el cuento se le había ido quedando como una nostalgia”. Hablaron sobre el desafío de escribir cuando la condición de la extensión es un límite severo, y cuyo resultado fue “El fantasma y el cuento imposible”, que hoy es considerada una de las piezas más interesantes de la prolífica cuentística de Velasco Mackenzie.

En aquella entrevista Artieda describe en Velasco Mackenzie cierto “temblor de manos que delata su nerviosismo cada vez que le encienden una grabadora o le toman una foto (…) la timidez natural de quien no se acostumbra todavía a ser un escritor famoso”. El ya mítico escritor de la ciudad de los manglares murió a los 72 años, entregándole a la literatura: ocho novelas, siete libros de cuentos, dos de poesía, piezas de teatro y numerosos ensayos literarios y de artes visuales. Su salud fue deteriorándose desde junio, cuando un accidente cerebrovascular lo sorprendió en plena actividad, con dos manuscritos terminados.

A Velasco Mackenzie se lo suele mencionar como el escritor de las cantinas, de las putas, de los bohemios y marginales de Guayaquil. Quizá porque es muy fuerte la impronta de obras como “El rincón de los justos”, que toma el nombre de un bar donde se cruzan las vidas de los habitantes del barrio Matavilela, un espacio de ficción, pero tanto o más real que el salvaje Guayaquil de los 70 y 80 o; “Tatuaje de Náufragos” (2009) la novela que escribió cuando cerró el Montreal, un pequeño y célebre bar con rockola que funcionó por 45 años a la vuelta de la Casa de la Cultura, punto de encuentro de toda una generación de artistas, intelectuales y borrachos que Velasco Mackenzie menciona con nombre y apellidos en sus páginas creando fábulas a partir de la verdad.

Pero conviene pensar en lo que dijo hace poco el también escritor Raúl Vallejo al programa radial “La noche boca arriba”. Vallejo propone explorar la obra de Velasco Mackenzie sin perder de vista la gran novela de su época que es “El rincón de los justos”, y que junto a la apocalíptica “Río de Sombras” y “Tatuaje de Náufragos” compone una trilogía de Guayaquil como inspiración, pero descubrir también otras vetas de Velasco, como la novela histórica: “En nombre de un amor imaginario” que transcurre en la Real Audiencia de Quito o; “Tambores para una canción pérdida” donde un negro esclavo corre interminablemente sin saber que se ha decretado la emancipación. Son novelas que permiten entender la construcción de una nación, afirma Vallejo. Y por supuesto, disfrutar de sus cuentos en los que se deja inspirar de las muchas ciudades que visitó, usa al beisbol como metáfora de la lucha de clases, navega de repente por las aguas del terror, o como sucede en el sorprendente cuento de las mil palabras: habla sobre el oficio de la escritura y hace toda una poética del cuento.

Ya no podremos preguntarle a Jorge Velasco Mackenzie si finalmente se acostumbró a ser un escritor famoso. Hace 11 años le dijo a Jorge Martillo: “Creo que difícilmente un escritor sabe mucho sobre el éxito (o fracaso) de sus libros, lo mejor de todo es saber que por un tiempo, más allá de la muerte, estará en la memoria de la gente, no como autor, sino como historia, aceptada y leída en todos sus tejidos”.

Transiciones | Memoria

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2021-10-07T07:00:00.0000000Z

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