Editorial Vistazo

Espejismo

Luego de más de seis décadas, la historia de la Revolución Cubana se reduce a exigir sacrificios a la gran mayoría del pueblo en nombre de una utopía que solo ha beneficiado a quienes se hicieron del poder en 1959. El eterno pretexto ha sido el bloqueo económico por parte de Estados Unidos, cuando la realidad es que el comunismo en todos los países en que se instaló como sistema económico y político fracasó y por eso se derrumbó, aun en los países que tienen partidos comunistas como China y Vietnam.

El comunismo en Cuba ha sobrevivido por los subsidios de pueblos extranjeros interesados en que el país sea un peón en su juego geopolítico. Primero fueron los soviéticos que querían tener un territorio a 90 millas náuticas de su mayor rival: los Estados Unidos. Desde 1963 entregaron cuatro mil millones anualmente a la isla a cambio de azúcar y soldados para pelear en guerras en África, donde no tenían interés en perder soldados propios. Después fue la generosidad del régimen de Hugo Chávez, que en su megalomanía quiso ser un líder mundial. A cambio de “misiones” educativas y médicas, obtuvieron los servicios de inteligencia para enriquecerse mientras transformaban al país más rico de la región en uno de los más pobres del continente. Y siempre cuando se secaron los subsidios, quedó al descubierto la inoperancia del sistema y Cuba ha tenido

que vivir la realidad de su fracaso económico. La bloguera Yoani Sánchez lo describe de una manera aterradora. En los años 90: “De todos los horrores hubo una posibilidad que no llegó a materializarse: la temida Opción Cero, en que el país quedaría totalmente detenido por falta de combustible, las familias serían reubicadas en campamentos y la olla colectiva se convertiría en el único suministrador de la poca comida que nos llevaríamos a la boca… mientras los altavoces seguían transmitiendo los discursos del rozagante líder y sus llamados al sacrificio ajeno”. La ayuda venezolana hizo que “los temores no cesaran, que solo se aplacaran temporalmente”.

Ahora, sin el subsidio de Venezuela, lo único que les queda a los cubanos para saciar su hambre son mangos. “Después de que los últimos frutos caigan de sus ramas ¿con qué vamos a llenar el hueco que dejarán esas tajadas amarillas y dulcísimas que ahora pones sobre el plato?”, se pregunta la periodista. El país se ufana de haber obtenido una vacuna contra el COVID-19 y el mejor sistema educativo y de salud de la región, pero no puede ni siquiera alimentar a su gente, tampoco curarla. Por eso han estallado las protestas en las calles, pidiendo libertad. Una prueba fehaciente de que la revolución fue un fracaso, sus logros un espejismo y que al régimen solo le interesa mantenerse en el poder, no la supervivencia de la gente, ni su calidad de vida.

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2021-07-22T07:00:00.0000000Z

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